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EMOS, o cómo me lastimo para sentirme vivo

septiembre 30, 2009

Tras una semana media España ajetreada por conocer algo más de los góticos, tras la famosa fotografía de las hijas de Zapatero con Obama, llega a Madrid cual ‘gota fría’ el grupo Tokio Hotel. Revolución ‘teen’, entrevistas y mucha curiosidad por su cantante, un humanoide mitad macho mitad hembra, con canciones bastante exitosas. Desde entonces, la red arde en conocer de qué galaxia procede este alemán. La mayoría de las opiniones se decanta por el situarle del universo EMO, satélite del planeta gótico.

Reconozco que, como ‘buen! zamorano, prefiero el románico al gótico. No obstante, los emos dan un paso más y buscan sus reminiscencias culturales en el romanticismo decimonónico. Quizá Becker o Rosalía no estuvieran de acuerdo, o quizá Larra sí, vistas las tendencias aparentemente suicidas de algunos de los devotos más emo. Sin preguntar, se han adueñado de los pantalones de pitillo de los punkis, el pelo cardado y las muñequeras de pinchos de los siniestros, las zapatillas de los raperos, el piercing en la boca y la nariz de los alternativos. El estilo propio lo explotan en flequillo perfectamente planchado para tapar un ojo, para maquillar el otro con el color ‘oscuro depresión’.

Su nombre proviene de una corriente musical, el emotional hardcore, con el grupo My Chemical Romance como referente. Su pensamiento es una coctelera de sentimientos de tristeza, aislamiento, melancolía e incomprensión. De ahí que sus tendencias autolesivas, como cortarse las venas, inundan Youtube. Sus referentes: Eduardo Manostijeras o una tal Angy de la serie Física y Química. Este comportamiento irrita a muchas culturas urbanas, que no entienden su nihilismo desaforado. Los desencuentros acaban en agresiones, como en México, o en las burlas más ácidas.

De momento, no hay locales específicos para los emos en Madrid, aunque se puede encontrar a más de uno en garitos como El alquimista o El rey lagarto, en Tribunal. Como aún son pocos, estos delgados y andróginos adolescentes, que dicen ser bisexuales, suelen irse juntos a la peluquería y charlar de lo triste que es la vida algunos viernes por la tarde en Plaza de España. Y si llueve, estupendo: a ver El Cuervo, La novia cadáver o alguna otra cosa de Tim Burton.

Una vez más Internet demuestra su filón para conseguir relaciones emo-dinamicamente inestables, un lugar donde dejan perlas como éstas: «Me gustaría conocer gente emo para hacer amigos porque soy de raza negra y nadie cree que quiera ser emo»; «Sólo tengo 12 años y estoy creando poemas emos como ‘yo te di mi corazón, yo te di mi vida, y cuando me empezaste a querer, ya no vivía»; «Busco a alguien que lleve su vida tan fría como la mía»; «Para ser un buen emo hay que ajustado, aunque los pantalones me queden efecto-guante-de-látex y la presión en mi órgano viril amenace con dejarte estéril», entre otras muchas sandeces.

La moda emo está llegando a Madrid. Yo de momento ya he creado un perfil en Tuenti con un fondo color rosado con negro, con calaveras y rosas por doquier. He colgado una foto de mi pelo, mirándome al espejo desde un ángulo superior. Nunca se sabe, hay que estar preparado ante el regreso de estos cuatro jinetes de la apocalipsis… robótica

3 comentarios

  1. En principio los emos son una derivación del punk, pero adoptan el look gótico con algo de rosa y azul xD.

    Como me dijo una amiga, el emo es alguien que «está triste por seguir la moda»


  2. La verdad pienso que cada quien tiene su forma de pensar y ser
    Y si a los emos les gusta 0_o.!!
    Ni modo…


  3. que sepe



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